Wednesday, 22 April 2015

Recreación en 3D de las pinturas negras de Goya

Goya es un enigma. En toda la historia del Arte pocas figuras resultan tan complejas para el estudio como el genial artista nacido en 1746 en Fuendetodos. Inquieto e inclasificable, pintor sin rival en toda su vida, Goya fue pintor de corte y pintor del pueblo. Fue pintor religioso y pintor místico. Fue autor de la belleza y erotismo de La Maja desnuda y del explícito horror de Los fusilamientos del 3 de Mayo. Fue pintor al óleo, al fresco, dibujante y grabador. Y nunca paró su metamorfosis.

Por todo ello, la mayoría de las biografías que intentan abarcar el conjunto de la obra de Goya caen inevitablemente en la indecisión y en las suposiciones gratuitas. Pero ése no es el objetivo de este breve ensayo, en el que voy a intentar darme un paseo imposible por la destruida "Quinta del Sordo", hogar original de las "pinturas negras" expuestas hoy en el Museo del Prado.
Poco sabemos hoy de esta Quinta y de las razones que llevaron a Goya a decorarla con pinturas tan peculiares tras adquirirla en 1819. La casa, situada en las afueras de Madrid, era una sólida construcción de dos plantas a la que Goya añadió una nueva ala para la cocina y otras dependencias. La casa tenía dos salas principales -de dimensiones 9 x 4,5 metros- situadas cada una en una planta distinta. Sabemos también que estas salas contaban con una decoración de temas rurales anterior a su compra por parte del artista.
¿Por qué decidió Goya cambiar esta alegre decoración por la inquietud e incluso horror de las "pinturas negras"? ¿Fue la desesperación tras la Guerra ? Poco probable. Estas pinturas fueron iniciadas una década después del fin de la misma, y Goya ya había realizado su particular "descargo pictórico" con Los desastres de la Guerra . ¿Fue su ya casi total sordera? ¿Su grave enfermedad que sufrió en 1819? Los motivos de esta decisión los desconocemos. Lo que si conocemos, pese a los daños sufridos al pasar estos frescos al óleo, fueron los resultados.
Lo primero que hay que decir es que -pese a la oscura fama que acarrean estas pinturas- no todas estas creaciones fueron tétricas o terribles. Cierto que hoy casi todo el mundo asocia las "pinturas negras" al Saturno devorando a su hijo o al despiadado Duelo a garrotazos , pero en el conjunto hallamos piezas en las que la ironía borra cualquier vestigio de horror - Dos viejas- o incluso la bella figura de La Leocadia , serena y elegante pese a su duelo. Además, las salas, con abundantes ventanas que se abrían a la campiña madrileña, debían recibir una iluminación importante, alejándolas de ser el tétrico lugar que muchos historiadores parecen sugerir.
La presencia de estos huecos en los muros marcó la distribución de los frescos en las salas. Mientras que la planta baja contaba con dos ventanas en cada una de las paredes mayores, la sala de la planta superior sólo contaba con uno. Esto permitió a Goya crear composiciones de enorme formato entre las ventanas de la sala inferior, mientras que en la sala superior se limitaba a dos frescos de tamaño algo menor a cada lado de la abertura. En las paredes menores, a cada lado de la puerta o ventana, e incluso sobre ellas, Goya realizó pinturas de menor tamaño que se relacionaban de alguna manera con sus hermanas mayores.
Dos grandes programas dominaban la sala inferior. En primer lugar, La romería de San Isidro aparecía acompañada por Judith y Holofernes y por el Dos ermitaños . Ese carnaval de rostros torturados que es La romería de San Isidro se ha interpretado de dos maneras: en primer lugar, como una visión retorcida de la popular fiesta madrileña que se celebraba a poca distancia de la Quinta del Sordo. Pero también hay quien la relaciona con la oscura fiesta romana de la Saturnalia , dedicada al dios romano Saturno. Dos ermitaños puede referirse a la desgraciada vida de los exiliados y empobrecidos tras la Guerra. Por su parte, el Judit y Holofernes hace referencia a una escena bíblica muy recurrida en la Historia del Arte. Curiosamente, esta pintura hace pareja con el Saturno devorando a su hijo , en la que también se nos muestra un cuerpo mutilado.
Opuesto a estas pinturas se situaba El Aquelarre. Esta era quizás la pintura más importante de toda la Quinta , aunque al ser pasada al óleo perdió gran parte de su extremo derecho (lo que provoca una extraña asimetría entre el espacio que queda a la izquierda del Gran Cabrón y el situado a la derecha de la joven sentada). La pintura, más que terrible, resulta desconcertante e incluso paródica. Resulta sugestivo comparar esta obra con aquella del mismo tema que Goya pintó en 1798 (Madrid, Museo Lázaro Galdiano) en la que la figura del macho cabrío, situada de frente al observador, es protagonista único de la composición, lo que no ocurre aquí. Este fresco estaba flanqueado por el desgarrador Saturno devorando a su hijo , quizás la más popular de las "pinturas negras", usada aún hoy en día como símbolo del horror y la locura.
Es posible que Goya conociera la versión del Saturno pintada por Rubens en 1636 (Madrid, Museo del Prado) pero decide apartarse de cualquier interpretación o símbolo mitológico para centrarse en la expresividad del rostro y la mueca, reflejando la crueldad del acto. Este anticipo expresionista es hoy en día la pintura que más reacciones de espanto provoca en el visitante al Museo del Prado.
Frente al horror explícito del Saturno se encuentra la serenidad de La Leocadia (llamada también Una manola: doña Leocadia Zorrilla) , bella y guardando la compostura pese a su más que posible relación con la persona que descansa en la tumba situada a su lado. Parece ser que entre esta pintura y la Dos ermitaños , y situada sobre la puerta, se hallaba Un viejo y una vieja tomando una sopa.
En la sala superior encontramos siete pinturas. Por un lado, al lado de la puerta, solo y desamparado, encontramos Un perro. Esta es quizás la pintura más enigmática de toda la Quinta. En ella se nos muestra a un perro, totalmente oculto a excepción de su cabeza, en medio de un fondo ocre. Nada más se nos dice o se nos aclara sobre el protagonista o el significado del fresco. ¿Dónde está ese perro? ¿A dónde o a qué está mirando? ¿Se hunde, o por el contrario asoma su cabeza con cautela, temeroso de algo que no somos capaces de intuir? De esta pintura se han hecho infinidad de interpretaciones, asociando al perro tanto a la figura infernal que guía a los muertos como a un símbolo del abandono y el desamparo.
Por cierto que como ante Goya es imposible mantener una visión objetiva, revelaré que Un perro es la obra que más me fascina de todas las llamadas "pinturas negras".
En la gran pared situada junto a esta pintura se hallaban dos grandes frescos: Visión fantástica (Asmodea) y Procesión del Santo Oficio . Asmodeo era en la mitología un demonio asesino de hombres a quien Goya representa -ignoramos el motivo- como una mujer que cubre parcialmente su rostro, mientras flota por los aires llevando consigo el horrorizado cuerpo de un hombre. Procesión del Santo Oficio, por su parte, es una valiente e irónica crítica a este infame tribunal.
Frente a estas dos grandes pinturas se hallaban otras dos: el terrible Duelo a garrotazos y la enigmática Las Parcas. La primera de ellas puede disputar al Saturno el título de la más terrible de las pinturas negras, pero en esta no hallamos el toque casi liberador de saber que la escena es fantástica o mitológica: este duelo es real, entre dos personajes anónimos, y sólo se resolverá por la inevitable muerte de uno de ellos. Se ha interpretado esta obra como una alegoría de la Guerra Civil. Contrastando con estas dos figuras trágicamente ancladas a la tierra, las figuras de Las Parcas flotan por el aire, al igual que lo hacían aquellas en Asmodea , situada -no por casualidad- enfrente a esta pintura.
En la pared menor del fondo de la sala superior se hallaban dos pinturas de formato vertical, de menor tamaño que las anteriores. Se tratan de Hombres leyendo y Mujeres riendo , obras menos terribles, aunque cromáticamente mucho más oscuras, que sus compañeras de sala.
En 1824, Goya abandonó la Quinta y partió hacia Burdeos, harto de la sociedad y la realidad española. " Quién no puede apagar el fuego de su casa se aparta de ella ", escribió poco antes de irse. La Quinta fue vendida y pasó por diversas manos, poniendo en peligro la integridad de las pinturas, hasta que en 1874, el entonces propietario de la Quinta , el Barón d'Erlanger, encargó al restaurador del Museo del Prado, Salvador Martínez Cubells, que traspasara los frescos a óleo. Las pinturas se expusieron en la Exposición Universal de París de 1878 y posteriormente fueron donaron al Museo del Prado en Madrid, donde se conservan hoy en día.

NOTAS ACERCA DEL RECORRIDO
Se han tenido en cuenta los escasos datos que poseemos sobre la Quinta del Sordo (dimesiones de las salas, situación de las pinturas) Sabemos que las paredes estaban decoradas con motivos florales, pero al no conservar muestras se ha optado por un revoco neutro. No se ha incluido mobiliario al desconocer su ubicación. La luz natural puede haber sido diferente a la representada aquí.
IMPORTANTE: Este artículo incluye renders de la Quinta del Sordo creados por theartwolf.com en exclusiva para este artículo. Estas imágenes son propiedad de theArtWolf.com. Si las desea publicar o incluir en su página web, póngase en contacto con nosotros. Generalmente, puede usted publicar un número limitado de imágenes sin coste alguno, con la única condición de que cite la referenciawww.theartwolf.com en un lugar visible

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